“Si tomás un café conmigo me afiliaré a tu partido y te ayudare a cambiar el mundo”, le susurré al oído.
Mordió el anzuelo y fuimos a un bar cerca de ahí, un bar de moda,lleno de gente con cara de clase media psicoanalizadaque hablaba todavía de burguesía y proletariado.
Yo me había detenido en esa boca roja y revolucionaria pensando en la fiesta de besos que iba a tener mas tarde.
Tan solo un beso de despedida me dio cuando a la noche la dejé en la puerta de la Facultad y un numero de teléfono.
“Llamáme el fin de semana, mañana y pasado tengo examen”-,me dijo, con esa voz que me rompió el alma en dos y el corazón en cuatro.
(Dedicado a Verónica, GIAN FRANCO PAGLIARO)
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